Si hay un mundo proclive a los egos desmesurados, ése es el mundo del espectáculo. No es difícil comprender que quien pasa de la nada al todo, del anonimato a la fama, en un golpe de suerte, llegue a creerse todopoderoso, sobre todo si de un verdadero golpe de suerte se trata, con poco o nada de trabajo detrás. El mundo de la música, por ejemplo, está plagado de pseudo cantantes que fueron flor de un día y que, aunque sacaron un tema millonario, se fueron por donde llegaron, al anonimato más absoluto o a vivir de recuerdos, como esas Chicas Picantes que dejaron de picar en cuanto se apagó su estrella, salvo la que por el camino encontró el chollo vestido de futbolista. Pero, desde luego, no es fácil sustraerse a la admiración pública, y meterse de lleno en esa Hoguera de las vanidades que a veces acaba…
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