Todos hemos oído alguna vez eso de “pagar el precio de la fama”. Cuando un artista o famoso o famosuelo por cualquier razón se ve sorprendido por un Objetivo Indiscreto, o se ve sometido a las opiniones de cualquiera por algo que ha hecho o ha dejado de hacer en su vida, se dice que está pagando el precio de la fama. Como dije en mi anterior post, parafraseando a la profesora de Fama, la fama cuesta, y hay que pagarla.
Pero este es el precio simbólico, y hay otro precio mucho menos metafórico, y más real. El precio de verdad, el dinero que hace falta para pagar a los artistas, el decorado, los guionistas y todo lo que rodea el espectáculo, hasta el catering. Lo que puede llegar a diferenciar una función mediocre de una laureada con muchos premios. ¿O acaso alguien cree que…
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