Así reza una bella melodía. Su madre se llamaba Valentina, ¡precioso nombre¡ (“valerosa, que tiene salud”). Era una mujer de las que siempre se ha dicho de “rompe y rasga”. En su casa llevó las riendas en todo momento, era ella la que tiraba del carro y los demás , como suele suceder, iban a remolque.
Enerva que exista ese reparto de papeles pero está comprobado : cuando alguien por costumbre lleva la iniciativa, el resto se relaja. Esa asunción se suele traducir en que el sobresfuerzo con el tiempo pasa desapercibido y a la postre, no se valora.
Cuando se quedó embarazada y supo lo que “llegaba” decidió que se llamaría como ella : Valentina porque como dicen allende los mares, si “corajuda” era su madre ( pensó ), corajuda sería su niña.
Y nació Valentina en una época en que ya se podía atisbar ciertos aires de libertad. Pero…
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